Una de las patas del proyecto es la gente, ya sea o bien preguntando en persona a pie de comercio o través de las Redes, donde parte de nuestra memoria colectiva sirve para poder construir trozos de microhistorias y rescatar parte de ella abriendo una linea de investigación. Este es un caso claro.
En 2016 publicaba en instagram esta foto:
Se trata de un arco y dintel, que queda en pie en una parcela en el Primero de Mayo, cerca del gimnasio y junto a las naves industriales. En el destaca la siguiente inscripción (aparte del logo de Cepsa)
La foto ha estado ahí colgada hasta que el pasado día 25 de mayo de 2019 un usuario dio una pista muy interesante:
CORDELERIA. Esa palabra ha sido clave para al menos orientar la búsqueda y obtener la siguiente hipótesis de lo que se trataba:
Las cordelerías son industrias manufactureras especializadas en la creación de cuerdas, jarcias y cabos para uso marítimo. En Santander comienzan a ser habituales a partir del S.XVIII cuando hay una alta actividad portuaria. Para ello uno de los primeros tinglados que se construye es el de Becedo y ocuparía lo que hoy desde la entrada del Pasaje de Peña hasta la Plaza de Juan Carlos I. En el XIX y comienzos del XX es una actividad comercial vinculada a la ciudad. Con esos datos, ya se puede filtrar una primera búsqueda. Y comienzan a dar los primeros resultados. La primera referencia nos la da Simón Cabarga, que habla de que a finales del XIX sobre el entorno de la Calle Cádiz:
Al llegar a Navas de Tolosa, salvaba una solución de continuidad impuesta por la entrada a la Rampa de Sotileza y después no era ya mas que camino rural prolongado por encima del muro del patio de llegada a la estación del Norte y junto a los talleres de Corcho hasta perderse por un caminejo sombreado por los eucaliptos al pie de la Peña del Cuervo. Este caminejo podía muy bien haberse llamado «paseo de los melancólicos» y en él retorcían el cáñamo los operarios de la cordelería de Arrarte que, los días de lluvia, hacían sus labores dentro de unos muy largos tendejones.
Simón Cabarga, «Santander en la Historia de sus calles» p.53. Instituto Cultural de Cantabria (1980)
Segundo dato interesante: Cordelería de Arrarte. Ahora podemos reconstruir las letras del Dintel y la hipótesis de su trayectoria tras una serie de búsquedas con esos datos.
La empresa la fundó Casiano Arrarte en 1856. Tras su fallecimiento tanto viuda como hijos continuaron con el negocio en Méndez Nuñez, 2. Esto aparece documentado como una factura de 1923 en una web de coleccionismo:
y en anuncios de la Revista de Santander (1930 – 1933)
Probablemente en 1936, todo hace indicar que, cambiaron su denominación social por el actual «Hijos de Arrarte, SL.», como así se puede atestiguar por un anuncio de la Revista de la Marina Civil de 1936 digitalizada en la BNE.
En 1956 celebran en centenario de la empresa, de ahí que ubicar su fundación sea gracias a este folleto publicitario, y se puede interpretar que es están en un momento de crecimiento, porque ya hay otra oficina en Lealtad.
¿Cuándo se ubican en la zona de Peñacastillo? ¿cuándo entra Cepsa? ¿cuándo cesa el negocio? a esta última pregunta cabe responder que aparecen con una nueva ubicación, y cambio social, en la zona de San Martín del Pino (cerca de Carrefour) y con actividad a finales de los 90s y comienzos de 2000. Por lo tanto estamos hablando de una Empresa familiar, histórica y centenaria que hubo en Santander, y de la cual sólo nos queda un fragmento en un dintel y elementos gráficos que se subastan.
Este ha sido un ejercicio práctico para demostrar, que a veces las letras nos cuentan cosas que tirando de los hilos adecuados, y nos permite ir construyendo parte de nuestra historia comercial y de las calles. Por esto mismo hay considerar los rótulos como un Patrimonio Gráfico y Visual, porque nos hablan de épocas, historias locales y memoria colectiva.