La Cuesta de la Atalaya es una de esas calles de Santander viejas, conocida por ser larga que conecta Guevara con General Dávila, con sus curvas y por ser una de las más pindias de la ciudad con porcentajes que alcanzan 15 – 16% en algún tramo. En ella los niños que allí hemos vivido la hemos bajado o subido infinidad de veces. Con la bici, con el sancheski o en triángulo de madera, incluso en la mítica nevada del 85 bajarla en trineos caseros o bolsas de basura. Una Cuesta deportiva donde se han celebrado cronoescaladas dignas del Tour. En definitiva un pequeño homenaje a la calle donde uno ha vivido más de 30 años, a través de los números de sus portales, algunos ya desaparecidos, que muchas veces hemos pasado y que aunque alguno haya cambiado su tipografía, aún se pueden ver algunas pequeñas joyas encima de los dinteles.